Pintura elaborada por Suana Velasco |
Navegar en la piel
de Félix Cardoso
(Cofradía de coyotes, 2009)
Con la certeza del naufragio, Félix Cardoso escribe Navegar en la piel. Sabe que el desastre es inminente y se arriesga en una embarcación, de suyo frágil, vulnerable, a la aventura mayor de los hombres de bien: la búsqueda del “cálido amor de la mujer cálidamente amada”. Y no importan, entonces, los escollos del mar embravecido; ni el sortilegio de otra Circe victoriosa; ni las asechanzas de sirenas inauditas, enloquecidas con su propio canto; ni la improbable realidad de una Ítaca cada vez más ausente. Otro mar es el suyo: el de una piel ardorosamente avizorada en la vigilia más artera.
Y en ese océano, señalado por la corriente imperiosa de la vida, los poemas buscan construir una carta de navegación, una bitácora –siempre transitoria y evanéscete-, en la que las señales del desastre –saliva, sudores, orgasmos- son nuevos escollos insalvables.
Félix Cardoso parece asumir que “navegar es preciso”, como debe ser.
José Francisco Conde Ortega
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